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La belleza detrás del glamour

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Punta del Este atardecer.

Punta del Este atardecer.

Moda, fiestas, vida nocturna y miles de turistas, se asocian a Punta del Este, el destino predilecto de Uruguay. Sin embargo, ¿qué es de esta ciudad cuando se van los visitantes? El desafío es conocerla en plenitud y así comprender el origen de su fama.

Una crónica propiedad de la Revista Travel Time. Por Vicente Schulz Blanco.

En el living de su casa posa con uno de sus cuadros en la mano. Los fotógrafos no paran de disparar sus obturadores y los periodistas le preguntan de todo. Es un hombre de 89 años, de sonrisa cálida y mirada sensible. Su nombre es Carlos Páez Vilaró, el afamado pintor, constructor, escritor y escultor uruguayo, padre de Carlos Miguel, uno de los rugbistas que sobrevivió al trágico accidente del avión estrellado en plena Cordillera de Los Andes en 1972.

La escena parece triste. Le piden constantemente que cambie de posiciones y lugares, pero él acepta y se muestra feliz. Incluso invita a todos los presentes a una copa de vino. Al final, uno de los reporteros le pregunta algo poco novedoso, pero su respuesta marcó el sentido de un viaje al corazón de Punta del Este.

-¿Qué le recomendaría a la gente que quiere venir de vacaciones?

-Nada en particular, pero les aconsejaría que conozcan a nuestra gente y nuestra ciudad. Ese es el verdadero sentido. –dijo Páez.

Con esas palabras, una comitiva de periodistas invitados por el Hotel Conrad y el casino Enjoy, salieron a descubrir el secreto de esta ciudad.

 

Punta Ballena. Punta del Este.

Punta Ballena. Punta del Este.

Un día en el gran balneario

Luego de un viaje de una hora y media desde Montevideo, la capital uruguaya, el balneario de Punta del Este aparece en su esplendor. Altos edificios al fondo y grandiosas casas en el medio, son rodeados de atractivas playas y grandes explanadas de bosques, habitados por la elite uruguaya, argentina y brasilera.

Es la última semana de febrero y para muchos la última de vacaciones. El paradero más glamoroso de Uruguay parece descansar de un convulsionado enero lleno de fiestas, moda y conciertos de primer nivel. Por estos días, Punta del Este se muestra casi desnudo, sin esmoquin ni maquillaje. Para muchos, esta es la gran oportunidad de conocer su belleza natural y de entender por qué terminó siendo el destino más top del Cono Sur.

El viento corre fuerte y el cielo comienza a nublarse. El paseo comienza en Sierra de la Ballena, a quince kilómetros de Punta del Este. Es un lugar absolutamente boscoso, ambientado con una gran variedad arquitectónica, pero con predominio local: las clásicas casas de diversos colores y techos quincho (elaborados con paja brava, un perfecto aislante térmico), cada una con su respectivo nombre tallado en un cartel de madera. Además, sus espaciosos y verdes jardines sin rejas, demuestran que la seguridad aquí es un privilegio.

Abandonando el sector por sus limpias y amplias calles, adentrándose en la península misma que conforma el punto más austral de Uruguay, algunos lugareños comienzan a aparecer. Familias completas salen a trotar por el costado de la Ruta 10, contemplando el sol que se esconde al final de la confluencia entre el Río de la Plata y el Mar Atlántico. A lo lejos un crucero yace anclado, al costado de la Isla Gorriti y el Hotel Conrad aparece imponente justo antes de llegar a los roqueríos que se extienden para formar el puerto que custodia grandes yates y veleros con sus velas ya cerradas.

Justo al frente, cruzando la calle, la oferta gastronómica es seductora. En la terraza del segundo piso del restaurante Virazón, el panorama es disfrutar de la vista con un rico atún rojo grillé sellado, cocinado en una combinación de vino tinto, miel y mostaza, acompañado de puré de papas y un chardonnay helado.

A solo dos cuadras y absolutamente de noche, la Avenida Gorlero se extiende iluminada desde la feria artesanal de la Plaza Artigas hasta el terminal de buses, ubicado al frente de “Los dedos”, la famosa obra que el escultor chileno, Mario Irarrázaval realzó en 1981.

Caminar por Gorlero es un atractivo para todos. Mientras los más chicos juegan a perseguirse con un helado en la mano, las mujeres se deslumbran con el sinfín de tiendas de ropa y jóvenes mochileros extranjeros que llegaron fuera de temporada, disfrutan de una ronda de cervezas en los bares, acompañados siempre por uruguayos, que con un tupido inglés, intentan acogerlos con simpatía.

Más tarde, aún cuando los visitantes no son muchos, la vida nocturna igualmente sigue en pie. Por estas fechas el destino favorito es el casino del Conrad, hotel recientemente adquirido en un 45% por la empresa chilena Enjoy. Ahí el black Jack, la ruleta, el craps y los tragamonedas invitan a los turistas que con trago en mano, tiran sus primeras cartas y dados antes de cantar en el karaoke o bailar en la discotheque. Para los más adultos y grupos familiares, la alternativa son las presentaciones en el Showroom Copacabana, donde cada noche, los comediantes, grupos musicales y obras de teatro, entretienen a los visitantes.

Su gente

Punta Ballena. Punta del Este. Uruguay.

Punta Ballena. Punta del Este. Uruguay.

Temprano por la mañana Punta del Este ofrece un acontecimiento poco común. Si el sol se escondió el día anterior en el mar, al día siguiente vuelve a aparecer por el océano, pero desde el otro lado de la península. Playa Brava, la más concurrida de la ciudad, se presta como el escenario perfecto para apreciar el amanecer.

A esas horas casi no se identifican turistas, pero sí a los primeros lugareños que comienzan la jornada laboral. Los encargados de la limpieza de las calles se lo toman con tranquilidad; todos juntos discuten acaloradamente del partido de fútbol de ayer, mientras un mate circula entre sus manos.

En la vereda del frente, mientras el vendedor de diarios abre su quisco, el servidor de un hotel le habla animosamente sobre algún hecho aparentemente divertido. Por la rambla Lorenzo Batlle Pacheco, que bordea el sector este de la península, se arma una congestión vehicular de unos 200 metros. El motivo: un policía aconseja a un turista argentino sobre cómo llegar de forma más rápida al sector de La Barra. El trámite demora unos minutos, nadie toca la bocina y el tránsito rápidamente vuelve a fluir.

La Barra es otro barrio de elite y se llega atravesando el singular Puente Ondulante que pareciera ser una serpiente. Algunos de sus vecinos son famosos cantantes, actores y personajes de la televisión. La enorme extensión de su playa es la principal atracción y por sus fuertes vientos, se presta como un espacio propicio para la práctica de los deportes de vela.

Este paradero suele ser visitado por los turistas más jóvenes que en pleno enero le dan la vitalidad que suele perder en invierno. Sin embargo, sus coloridas casas, galerías de arte y diversas tiendas de ropa y diseño, otorgan un encanto alternativo para cualquier estación del año.

La última joyita

Al final del recorrido quedan dos destinos imperdibles. El primero es Punta Ballena. Una pequeña península que mira hacia el oeste de Uruguay. En ella, la principal actividad es la pesca con caña. Pequeños grupos de amigos se acomodan sobre las rocas a la espera de que algún gran pez trague el anzuelo, mientras comparten un mate y una buena conversa. Más allá hay una pareja que, recostada sobre el pasto y al abrigo de una frazada, disfruta de la inmensidad del mar. Infaltable, un fotógrafo se les acerca para capturar la postal perfecta. Ellos simplemente le sonríen.

La última joya es Casapueblo, la antigua casa de veraneo de Carlos Páez Vilaró y actual hotel y museo de la vida y obra del artista. Su construcción vertical sobre el cerro que cae directamente al mar, la asemeja a las casas blancas de la isla griega de Santorini. Sus terminaciones curvilíneas cobijan pequeñas terrazas con vista al océano. Algunas de ellas son cubiertas con techos de totora y las más amplias cuentan con piscinas pertenecientes al hotel.

En lo más alto se aprecia el living de la antigua casa y sentado sobre un sofá, Carlos Páez se comienza a despedir del grupo de periodistas invitados por Casinos Enjoy y Hotel Conrad. Ante su consejo de conocer Punta del Este y su gente, uno de los asistentes comenta: “lástima que ya no sea en la temporada más alta”. “Entonces es la oportunidad ideal para apreciar a fondo esta ciudad”, agrega Páez, explicando por qué sus cualidades la llevaron a ser el destino en boga del último tiempo. La belleza natural y las instalaciones turísticas invitan año tras año a miles de viajeros. El entorno atrae y la gente encanta. Ahí está la belleza detrás del glamour.

Casapueblo. Punta del Este.

Casapueblo. Punta del Este.


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